101 maneras de decir no al contacto improvisación: Límites y confianza.


Autor: Martin Keogh

Es importante que la gente despierta este despierta,o una línea de quiebre podría desanimarlos a volver a dormir;las señales quedamos – sí y no, o tal vez –deberían ser claras: la oscuridad a nuestro alrededor es profunda.William Stafford

El contacto improvisación es una danza que invita a todo nuestro cuerpo y ser a estar presentes y disponibles. Para usar esta forma, tenemos que desarrollar una capacidad para confiar en nosotros y en nuestros compañeros. Nutrimos o herimos esa confianza por nuestra habilidad o inhabilidad para establecer y respetar límites.

Este proceso continúa para mí aún después de más de dos décadas de danzar. En diferentes puntos del camino me he encontrado con muchas preguntas: Cómo le haces saber a la gente cuando no has entrado en calor y no estás todavía listo para danzar? Cómo estableces límites cuando tienes una limitación física o estás lidiando con una lesión, o estás danzando con un compañero insensible? Qué haces cuando tu enamorado está teniendo una danza sensual con alguien más y te sientes amenazado? Cómo interceder cuando un grupo de músicos están mirándose el uno al otro y pasándolo genial, pero parece que se olvidaron de los bailarines para los que están tocando? Como comunicar a un dúo que sus ruidosas y emocional catarsis resulta abrumadora e interfiere con las otras danzas en la sala? Cómo son estos límites negociados y comunicados?17359121_1265564813479172_66586718735190841_o

Un estudiante vino a un taller mío con una notoria erupción en todo su cuerpo. Cuando dije, “encuentren un compañero”, todo el mundo huyó de donde él estaba, así que terminé trabajando con él. Yo estaba incómodo por el hecho de que este sarpullido pudiera ser infeccioso, así que le pregunté directamente, “esto es contagioso?” Él dijo que tenía una reacción alérgica llamada mastocytosis que liberaba masivas cantidades de histaminas, lo que causaba la decoloración de la piel. Habló de su larga lucha con esto y dijo que definitivamente no era transmisible. Yo estaba aliviado y, tal como esperaba, la clase lo escuchó a escondidas, después de eso tuvo pocos problemas para encontrar compañeros.

Un amigo, y pareja de danzas, vino al festival de contacto de Filadelfia en donde yo estaba enseñando y performeando. Estábamos esperando para danzar juntos, en la última jam finalmente tuvimos nuestra oportunidad. Mientras estábamos danzando, diferentes personas se aproximaron para unirse en la danza. Varias veces fuimos capaces de comunicar físicamente que aún no habíamos terminado. Cuando una persona intentó unirse yo dije: “hemos tenido una cita para este dúo durante seis semanas, y todavía necesitamos más tiempo juntos.” Chequeé luego con esta persona, y me dijo que mi “no” fue comunicado de forma clara y con gracia.17807501_10210429623829334_175156078110793501_o.jpg

He descubierto que hay instancias en las que la comunidad en general se reúne para ayudar a los individuos a establecer límites. A mediados de 1980, muchas mujeres que danzaban en el jam de contacto semanal en Berkeley, California, se quejaban sobre un hombre en particular que regularmente venía a danzar. Lo llamaré Roland. Ellas decían que danzar con él era implacentero de su falta de conciencia de los límites. Era difícil para las mujeres describir el comportamiento que no les gustaba; sólo podían llamarlo una “sensación”. Una dijo, “danzar con Roland es como danzar con un cachorrito excesivamente entusiasmado, ese que está intentando montar tus piernas.” La sensación general era que él estaba “saliéndose” de la danza, y robando algo que no estaba siendo ofrecido por sus parejas.

No era difícil percibir que casi cada vez que una mujer joven pasaba por la puerta del jam por primera vez, desde donde fuera que estuviera en el cuarto, la cabeza de Roland saltaría. En el plazo de unos minutos él estaría a su lado, ofreciéndose para iluminarla en los sutiles puntos del contacto improvisación. Muchas de estas mujeres nunca se volvieron a ver en el jam.

A pesar de que muchas mujeres podían hablar sobre Roland, resultó que la mayoría no le había dicho nada directamente a él. Era confuso para ellas el tener esta sensación empalagosa de este hombre y al mismo tiempo tan poco comportamiento específico sobre el que hablarle. Recuerdo a una mujer diciendo, “Hablarle habría sido como quejarse sobre el clima; simplemente no haría ningún bien.”

Roland regularmente acudía al Northern California Contact Jam, una jam/residencia en Harbin Hot Springs. Fue allí que yo aprendí una lección sobre comunicar los límites de una de las organizadoras, Sue Stuart. Una velada yo estaba presente mientras dos mujeres se sentaron con Sue para quejarse de Roland. Querían hacer algo acerca de él.

Sue preguntó, “le habéis dicho algo a Roland?” Cuando escuchó que no, ella preguntó, “Qué os gustaría decirle a él?” Las dos expresaron lo que le dirían. Una dijo, “siento que te estás saliendo, sexualmente, mientras danzas conmigo, y yo no quiero danzar o que te aproximes a mí hasta que tengas tus deseos sexuales bajo control.” Por decirlo en voz alta, la mujer fue capaz de tomar a Roland a un lado y hablarle. La otra no sintió que podría confrontarlo directamente hasta que Sue se ofreció a acompañarla y quedarse a su lado.

Yo estaba impresionado de que Sue respondió a estas mujeres dándoles medios para ocuparse ellas mismas de la cuestión, en vez de dejarles darle el poder a ella, la persona en la posición de autoridad. Roland se disculpó y dijo que trataría de cambiar su comportamiento.

Unos meses después estaba claro que Roland había cambiado su forma de danzar con las mujeres que formaban parte de la comunidad. Pero su radar seguía prendiéndose cada vez que una nueva mujer llegaba a la jam semanal. Algunos de los hombres que notaron esto, incluyéndome a mí, lo tomamos a un lado y con buen humor le dijimos lo que percibíamos. Le dijimos que sentíamos que estaba lastimando a la comunidad y que necesitaba parar esta conducta o dejar de venir a las jams. Aunque nos aproximamos a él con ligereza, él comprendió la gravedad de la situación por el hecho de que tantos de nosotros estábamos haciendo la misma observación. Roland cambió, y ahora, más de una década después, todavía danza regularmente en una comunidad acogedora.

En esta instancia funcionó bien tanto para Roland como para el grupo. Sin embargo, he escuchado sobre situaciones similares, tanto con hombres como con mujeres, que no fueron tan exitosas; a los individuos involucrados finalmente se les pidió que no volvieran.

A partir de mi vigente investigación sobre lo que es necesario para cultivar límites claros, he desarrollado un taller llamado “101 formas de decir no al contacto improvisación.” La premisa del taller es que hasta que una persona no tiene la autoconfianza y la habilidad para decir no a algo, él o ella no tendrá la confianza y la capacidad para decir sí en forma plena. En el taller, exploramos habilidades físicas y verbales para decirle no a danzas, a toques, a ser levantado, el intercambio de peso, al momentum, a la manipulación.

Por ejemplo, cuando alguien se aproxima para agarrarme y levantarme y yo no quiero ser levantado, yo puedo dejar caer mi peso y alejar mi centro del centro de mi compañero. Yo me vuelvo demasiado pesado para ser levantado. He dicho claramente que no. Con ese conocimiento de cómo decir no, puedo extrapolar lo opuesto; cuando quiero decir que si y aprovechar la oportunidad para volar, ya tengo la sensación de cómo volverme ligero elevando mi centro y organizándolo sobre el centro de mi compañero.

17435881_1270462529656067_822617404348533218_o.jpg

Lo mismo es verdad en cuanto al toque. Necesito la autoconfianza y habilidad para retirar la mano de alguien (ya sea física o verbalmente) cuando no quiero su contacto físico o su manipulación. Con la confianza en mi habilidad para establecer el límite, yo puedo elegir lo contrario y abrirme al contacto.

Robert Bly nos ofrece una imagen en “Un pequeño libro sobre la sombra humana” (A Little Book on the Human Shadow). Se trata de que tenemos una pequeña puerta en nuestra psiquis. De niños, el picaporte está en la parte de afuera y la gente puede venir e irse como les plazca. A medida que crecemos y nos volvemos adultos aprendemos a transferir el picaporte hacia el interior y elegir cuándo y para quien abrir y cerrar la puerta. Si sabemos que podemos cerrar la puerta, somos más libres para abrirla e invitar a la gente pasar.17349921_1266405460061774_1757565015802465759_o

Algunas personas llegan a esta forma de danza y es un desafío para ellas percibir y conectarse con las sensaciones en su cuerpo. Esto puede ser un resultado de personas habiendo forzado el camino a través de esa puerta temprano en su vida. Para aquellos cuyos límites fueron lastimados de niños, es como si hubieran creado un escudo o una armadura protectora que los preserva de realizar el contacto pleno con sus cuerpos y con el mundo. Aquí resulta especialmente importante para ellos desarrollar las habilidades de fijar límites, para saber que el picaporte está del lado de adentro. Con la habilidad de expresar límites, pueden comenzar a renunciar a las capas protectoras e invitar más posibilidades a la danza de contacto y, aún más, a sus vidas.

En contacto improvisación existe un principio básico de que cada persona toma responsabilidad por sí mismo. Yo soy la única persona que puede estar dentro de mi cuerpo, entonces necesito mantener una parte de mí despierta – la parte que puede sentir y comunicar (física o verbalmente) mis necesidades, límites, y deseos. Necesito mantenerme a salvo de asegurarme de que no lastimo a otros. Adherirse a la práctica de este principio es una manera de mover el picaporte hacia el interior.DSC05221.JPG

Durante el taller “101 formas de decir no…” enseño otra habilidad, esta es para aprender a comunicar rápido en situaciones de alta energía. Aprendemos a exclamar palabras de una sílaba que demandan inmediata atención “Parar!” (Stop en el original) “Atrás!” (Back en el original) “Espera!” (Wait en el original) (no uso “No!” Más porque es una palabra rica en sutilezas y, como cualquiera que tenga niños comprende, es una palabra que tiende a ser puesta a prueba.) También practicamos exclamar palabras que especifican una parte del cuerpo que duele o que está a punto de doler: “Rodillas!” “Tobillo!” “Cuello!” Es raro que esta habilidad vaya a ser usada, pero saber que las palabras están en su lugar reasegura a la psiquis y nos permite abrir la puerta a danzas más atléticas, acrobáticas, y desorientadoras.

Mientras desarrollaba el material para el taller, quería un ejercicio que demostrara claramente que la habilidad de una persona para decir no crearía una mayor capacidad para el sí. De esta investigación surgió un ejercicio llamado “Dos Ríos”.

No introduzco este ejercicio hasta que el grupo tiene ya alguna historia trabajando juntos. Una persona, que recibe, se acuesta en su espalda. Los otros dos, los “dos ríos”, le dan al que recibe fluidos cuidados dirigidos por las señales del brazo del receptor. Cuando el receptor cruza sus brazos sobre su torso, esto significa “no me toquen en absoluto”. Cuando descansa un brazo en el suelo al lado de su cuerpo, esto significa “tocarme cuidadosamente, como si estuviéramos en un lugar público.” Cuando coloca sus brazos en el suelo sobre la cabeza, esto significa “puedes tocarme donde quieras y en cualquier lugar, sin restricciones.” El receptor puede cambiar la posición de sus brazos en cualquier momento.

El toque puede tener un tono calmante, un tono nutritivo, un tono sensual, o un tono sexual, pero receptor siempre está en control de lo que está recibiendo. El receptor abre y cierra las compuertas de los ríos. Los dos ríos son instruidos en que no importa donde los brazos del receptor están, ellos sólo deben tocar dentro de su propio nivel de confort.

Es claro para los participantes que si este ejercicio no tuviera la posibilidad de frenar plenamente, “No, no me toquen en ningún lugar,” no le sería posible ofrecer la posibilidad del pleno sí a tocar en cualquier lugar. Con el límite disponible y visible, las personas pueden pedir más que si el límite no estuviera en su lugar. Con la implícita consensualidad de nuestra forma de danza, practicar una consensualidad explícita permite una comodidad mayor con los acuerdos tácitos que hacemos en cada momento mientras danzamos.17620138_10210429605708881_7116370350492487528_o

Después de un taller que incluyó el ejercicio de los dos ríos, un estudiante me envió por e-mail esta cita de William Blake:
“Nunca sabes cuánto es suficiente hasta que sabes cuánto es más que suficiente. La lujuria de la cabra es la munificencia de Dios. El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría”

Se sabe que Steve Paxton ha dicho, “el contacto improvisación no es un juego glandular”, queriendo decir, en parte, que no es una danza sexual. A menudo escuchó la gente decir, “amo esta forma de danza porque es una manera no sexual de ser física y afectivamente juguetón con las personas.”


Esto no es verdad para mí. Existe una manera en la cual siempre soy consciente de mi mismo como un ser sexual. Cada inspiración que tomo es sexual. Hay un cierto arrebato que siento cuando estoy danzando con mujeres y un orgullo que siento por ser hombre cuando estoy danzando con hombres. No puedo separar esa parte de mí mismo.

Yo ciertamente no quiero que mis parejas sientan que estoy usando la danza para “salirme”. Algunas veces danzo con la imagen de que mi pareja y yo estamos en un cortejo de 100 años. No estamos tratando de llegar a ningún lugar. Sin cerrar ninguna parte de mí mismo, yo puedo danzar con esa parte de mi, sabrosa, despierta. Contacto auténtico, espontáneo, implica rendir la necesidad de ganar u obtener provecho del intercambio. Una persona puede danzar esta forma y mantener su sexualidad viva.

Cuando sea que danzamos hay una prueba de lo que es consensual. Vas a aceptar mi peso? Podemos ir rápido? Podemos ir muy, muy lento? Ocasionalmente me encuentro con alguien y consensuadamente traemos una energía erótica o seductora a la danza. Nos movemos concéntricamente y probamos lo que es bienvenido para ambos. Hay seguridad en el intercambio porque somos acompañados por nuestra sensación del comportamiento apropiado en el medio ambiente del jam.

Cuando estoy en el patio de nuestra casa observando nuestros niños jugar con sus amigos, sus juegos improvisados son un constante establecer y poner a prueba los límites. Algunas veces en sus juegos ellos son famosos paleontólogos excavando el más grande dinosaurio que jamás haya sido descubierto. Algunas veces son constructores de interiores -creando, y rompiendo, y negociando las reglas mientras avanzan. En algunas ocasiones es una señal física o una única palabra; en otras que juego se detiene completamente mientras elaboran las reglas. Están constantemente trabajando para hacer que el flujo de la atención y el poder sean justos y balanceados. Parece similar a lo que hacemos en nuestra comunidad de danza.DSC05311

Ha habido una constante negociación de los límites durante años en el “Northern California Contact Jam”. El grupo se debate sobre cuanta estructura tener, cuanta catarsis emocional, o música, es deseable en el espacio de Jam. Durante el curso de las primeras más o menos diez jams, mientras establecíamos nuestros acuerdos hablados y no hablados, tuvimos muchos casos manifiestos de cruzar la línea hacia la discusión. Aprendimos a lo largo del tiempo que simplemente escucharnos uno al otro era lo necesario para encontrar un balance entre los deseos opuestos. Había poca necesidad para decisiones ejecutivas. Estar en el conflicto y escuchar hablar a cada persona permitía a las soluciones evolucionar naturalmente.

He notado que las jams con más conflicto también parecen tener la más sincera y a veces emotiva gratitud en el final. Cuando estábamos plenamente comprometidos en testear y establecer los límites, había una sensación de aprendizaje, de crear relaciones, de estar en un grupo vivo que nos proporciona una profunda sensación de aprecio el uno por el otro.

Estar en un grupo de danzarines haciendo este constante trabajo de clarificar límites es como habitar una máquina de pulir piedras – esos contenedores que llenas con piedras y giran por días para que las piedras se pulan una a otra. Mientras aprendemos a sentir y a expresar nuestros límites, nos caemos y nos rozamos y nos golpeamos contra otros, tanto física como figuradamente. Puede doler mientras nuestros límites afilados se redondean, pero a lo largo del tiempo somos pulidos, lentamente revelando las preciosas gemas que llevamos. A través de este proceso comenzamos a atesorar la entidad viva llamada “comunidad” que nos ayude a desarrollar una mayor capacidad para el Sí – en nuestra danza y en nuestras vidas.17310159_1267179749984345_7422915457934794417_o


Fuente: CONTACT QUARTERLY JOURNAL (contactquarterly.com) Vol. 28 No. 1, Invierno / Primavera 2003

Artículo Original Online: http://martinkeogh.com

Traducción: Mario Blanco
Fotografías de Olga Berdikyan y Лукина Дарья, tomadas durante el  “Water & Land Contact Festival in Thailand” en Marzo de 2017.

2 thoughts on “101 maneras de decir no al contacto improvisación: Límites y confianza.

  1. gracias mario querido por la traduccion! gracias martin ! viva el contact y las 102 maneras de decir que si! a la vida que sii! jeje..saluuu a los dos! y a toda la comunidad

    Liked by 1 person

Leave a comment